Santo Domingo. Danilo Medina y Luis Abinader se encuentran en el tramo final de la carrera más importante de sus vidas: el primero corre por lograr ser reelecto para un segundo período como Presidente de la República, y el segundo lo hace por lograr la primera magistratura de la nación en su primer intento y con ello desalojar del Palacio Nacional a una maquinaria que no esconde su vocación de perpetuidad: el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Aunque solo habrá un ganador, ambos están en el deber de ganar, y hacer lo que sus medios les permitan.
Aunque solo habrá un ganador, ambos están en el deber de ganar, y hacer lo que sus medios les permitan.
Medina debe ganar porque no puede darse el lujo de perder luego de que fuera electo en el 2012 sobre los hombros del expresidente Leonel Fernández y el Estado completo, dejando tras de su elección un déficit que supera los RD$200,000 millones, y porque se embarcó en un proyecto continuista que para lograr su viabilidad constitucional tuvo que desdoblarse a sí mismo, desdecirse en su discurso antirreeleccionista y pactar la repostulación casi total de los senadores, diputados y alcaldes de todo el país.
Abinader debe ganar porque con ello evitaría 16 años seguidos de gobierno peledeísta y contribuiría a la reagrupación de las fuerzas políticas y sociales del país, desentronizando al PLD de los estamentos del Estado y de la sociedad que hasta el momento lo colocan rumbo a convertirse en una fuerza hegemónica que gobierne toda la primera mitad del siglo, y un chin más.
Para lograr sus metas, tiene que desarrollar toda una estrategia que evite que el presidente Medina gane en una primera vuelta, para luego articular la fuerza necesaria que lo derrote en la segunda vuelta. Para ganar en primera vuelta, Medina está en la obligación de mantenerse por encima del 50% de los votos, evitando descender en la aceptación popular.
El panorama electoral
Las elecciones del 15 de mayo se celebran a nivel presidencial, congresual y municipal en 32 provincias, 158 municipios y 234 distritos.
El padrón electoral es de 6,765,073 personas hábiles para ejercer el sufragio, de las que 3,439,322 son mujeres, equivalentes al 50.84%, mientras que los hombres ascienden a un total de 3,325,751, para un 49.16%.
En los comicios se disputarán 4,066 cargos, incluyendo al Presidente y Vicepresidente de la República, 190 diputados y 32 senadores.
A nivel municipal los electores deberán escoger a 158 alcaldes e igual número de vicealcaldes; 1,164 regidores y la misma cantidad de suplentes, así como 234 directores de distritos municipales con sus sustitutos, y 730 vocales.
La Junta Central Electoral distribuirá a los partidos RD$1,610,086,923.00, los cuales serán distribuidos el 80%, equivalente a RD$1,288,069,538.40, en partes iguales entre los partidos políticos que obtuvieron más del cinco por ciento (5%) de los votos válidos emitidos en los últimos comicios y el restante 20%, RD$322,017,384.60, entre los que obtuvieron menos del 5%.
Igualmente, 23 de los 26 partidos y movimientos que concurren a los comicios forjaron 45 tipos de alianzas diferentes, siendo el PLD el que mayor número de aliados logró conquistar.
A esto se le suma el hecho de que las encuestas colocan la popularidad del presidente Medina en el umbral del 60% mientras Abinader parece navegar entre el 35 y el 38%.
En el contexto electoral actual, ¿cómo pueden Danilo Medina y Luis Abinader desarrollar sus respectivas estrategias y salir victoriosos en las elecciones presidenciales?
Abinader: explotar los miedos de Medina
Lo que se percibe en las calles es que la población está desencantada con el Gobierno, pero resignada a seguir aguantando cuatro años más al PLD porque todo parece indicar que Luis Abinader y la oposición no hacen lo que tienen que hacer para ganar, y en consecuencia sus posibilidades se alejan en la medida en que se acerca el 15 de mayo.
Para romper la percepción de que va a perder y sembrar la idea de que va a ganar, Luis Abinader debe explotar los miedos de la campaña del presidente Medina, desarrollando acciones políticas contundentes que golpeen los flancos débiles del mandatario.
Esto es, sembrar la idea de que la intensidad con la que Medina ha asumido la campaña electoral, tirado calle al medio en proselitismo oficial de miércoles a domingo, rompiendo el anuncio de que no se harían inauguraciones y gestiones oficiales de impacto electoral hasta el 15 de mayo, apunta a ser un desmentido de la comodidad de la ventaja que enarbola el oficialismo.
Abinader debe asumir que la campaña de Medina ha mostrado miedo a que al mandatario se le estruje en la cara hechos que puedan considerarse como complicidad o apañamiento con actos de corrupción, o que, al igual que como dijo del expresidente Leonel Fernández, él se sentó en la misma mesa reeleccionista a disfrutar del banquete del tiburón.
Otros de los miedos de Medina es la movilización social, ya que si algo impacta negativamente y desgasta una gestión de gobierno es la intensidad con la que se lleven a cabo los reclamos populares, pues la confrontación puede provocar excesos lamentables en el oficialismo, con consecuencias políticas negativas.
Pero ante todo, la campaña de Abinader debe saber que toda acción que realice con el objetivo de bajar puntos a Medina y forzar una segunda vuelta, se va a encontrar con críticas no solamente del sector oficial, sino de todo el tinglado que por uno u otro motivo favorece la reelección. Si le hace caso o no a las críticas, tendrá consecuencias políticas en favor o en contra.
Medina: desmoralizar a Abinader y a la oposición
Bajo ninguna circunstancia la campaña de Medina debe permitir que el presidente candidato llegue al 15 de mayo con menos del 50% de la preferencia del electorado.
Al respecto, tal y como decía en su eslogan de campaña de 2012, Medina debe seguir haciendo lo que le ha salido bien, mejorar lo que le ha salido mal y seguir haciendo lo que nunca se ha hecho en cuanto a campaña electoral se refiere.
Algo que le ha salido bien es haber sembrado la percepción de que el PLD se va a quedar, y en ese sentido, la campaña de Medina debe continuar hasta que dentro de las mismas filas del PRM crean que ciertamente van a perder.
Ya sea de forma directa o a través de aliados, la campaña de Medina está en la obligación de continuar sangrando las filas del PRM y aliados, incentivando el transfuguismo con figuras clave de las filas opositoras.
En estos últimos 34 días es importante que la campaña de Medina ataque, además, los flancos débiles de Abinader, como que el candidato del PRM no ha logrado hacer una propuesta puntual que lo haga creíble en sectores como la juventud o la mujer, o los hechos reñidos con la ley en que puedan estar envueltos él y su entorno.
Y, ante todo, no olvidar las ventajas que da controlar el Estado, pues independientemente de lo moral y lo ético, la realidad es que en la República Dominicana lo que importa es ganar, y ganar.
El contexto social desfavorece a Medina
A esto no se le puede sustraer el hecho de que las más reputadas encuestas revelan que entre el 61% y el 65% de la población califica como muy negativa las condiciones actuales de la economía dominicana, con apenas un 16% que dice que la cosa está buena y un 22% que la considera regular. Actualmente, el 85% de la población en edad de trabajar gana alrededor de RD$12,000 al mes y la canasta alimenticia para una familia de cinco miembros se sitúa sobre los RD$20,000. Igualmente, para más del 85% de la población la inseguridad ha empeorado, y más del 51% cree que es muy grave la corrupción en el Gobierno, mientras cada día surgen más denuncias sobre el descalabro en el sistema de seguridad social y la salud.
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