Por RAFAEL MÉNDEZ
La reforma que se está aplicando en la Policía Nacional, hay que destacar que cuenta con el visto bueno de todos los sectores de la sociedad, aun cuando en los últimos días se han dado situaciones que en lo más mínimo reflejan una modificación en los métodos del cuerpo del orden para enfrentar a quienes la institución tilde de delincuentes.
Pero peor aún, y es lo que le enrostra y condena la opinión pública al cuerpo del orden, ya que recurre al manido expediente de intercambios de disparos”, que cayeron las víctimas, lo que para muchos se trata de ejecuciones sumarias, al margen de la ley, porque, como recuerdan algunos, en República Dominicana no está establecida la pena de muerte.
De ahí que con sobrada razón haya que augurar que la transformación a la que está sometido la Policía Nacional, y que de acuerdo a quienes están inmersos en ese proceso hay avances significativos, no se traduzca en la advertencia que recoge la frase bíblica en el sentido de tener mucho cuidado en poner “un remiendo de tela nueva en un vestido viejo; porque el remiendo al encogerse tira del vestido y se produce una rotura peor”.
Pero, además, lo que llama poderosamente la atención, es que estas actuaciones de la Policía Nacional reproducen los tradicionales métodos, y justifica sus acciones con los mismos argumentos, muy a pesar de que la institución está inmersa en proceso de reforma, que en situaciones como las referidas, se debería observar una actuación que refleje una modificación de los tradicionales procedimientos.
Gobierno “pone dedo en la llaga”
Independientemente de cualquiera aprensión, en honor a la verdad histórica hay que reconocer que es el gobierno del presidente Luis Abinader que asumió con responsabilidad y coraje poner el dedo en la llaga, en un cuerpo manchado por reprochables inconductas y desmanes, y que merecía ser disuelta por las atrocidades, actos de corrupción, y toda suerte delincuencial que operara en sus filas.
De ahí que la ciudadanía se podría preguntar, si hace 44 años la agencia del gobierno de Estados Unidos recomendó la disolución de la Policía Nacional, hasta dónde había llegado ese nivel de descomposición, ya que en el llamado cuerpo del orden, no se habían producido reformas serias que modifiquen de manera sustancial esas actuaciones, a no ser la de deponer la conducta de represión y persecución política, que, como espacio de libertades ciudadanas, se logró a partir del gobierno del presidente Guzmán.
Aplausos merecidos
En ese sentido, tenemos que aplaudir la denuncia del comisionado ejecutivo para la reforma de la Policía Nacional, José Vila del Castillo, quien tuvo el coraje de describir que en ese cuerpo del orden había una corrupción interna institucional y sistémica, dirigida desde la propia Dirección General hasta el último raso.
Lo que la ciudadanía ha de esperar que se haya comenzado a desmontar, porque es muy prematuro creer que una conducta que había hecho metástasis en ese cuerpo, se haya desmontado por completo, y cuya actuación, como denuncio el Comisionado, “cobraba por nombrar en los puestos policiales, decidir los traslados, los ascensos, cobrar las pensiones, renovar los uniformes y las armas nuevas, asícomo otras irregularidades”, etc., etc., etc.
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