La opinión de Werner Dario Féliz sobre el carnaval de Cabral: Radiografía de un carnaval (IV)

 Por Werner Darío Féliz 


El panorama general del carnaval me llevó a completar la búsqueda de las informaciones con lo esencial: los recursos. Al indagar sobre algunas de sus fuentes, me comunicaron que los fondos aprobados por la sala capitular fueron unos 300,000 pesos, a los que se sumaron 75,000 aportados por Khoury Industrial; 20,000 por la bomba de la salida oeste del pueblo; 2,000 de la ferretería de Felix Folch; 30,000 de la oficina senatorial de Barahona; 10,000 de la gobernación; 10,000 por Coopfelafevi; 13,000 de Mario Méndez; 1,500 por el distrito municipal de El Cachón, por confirmar unos 40,000 donados por el ministerio de la Juventur, entre otros recursos. A esta cantidad se sumaron unos 8,000 aportados por Aquiles Ledesma al comité de la diáspora; 2,000 por un comerciante amigo que no conoce a Cabral y algunos recursos resultantes de eventos personales dirigidos por Dilcia Liborio, cuyas ganancias destinó al premio del mejor manejo del fuete, no al desfile, al igual que los 8,000 aportados por Aquiles, cuyo destino fue el premio de las caretas.

El total del grueso de los ingresos percibidos fueron unos 461,500 pesos, faltando por contabilizar recursos que no me fueron comunicados aun o que debo confirmar, los que pueden llegar a poco más de medio millón de pesos. Estas sumas pueden variar, sujeto a su contabilidad final y revisión de ingresos.

Según me informó el comité, al recibir los 300,000 pesos, unos 245,000 fueron distribuidos entre los 10 comparseros que se habían inscrito y, posteriormente, unos 66,000 fueron reservados para los premios finales, debiendo enfrentar la logística total del carnaval, que incluye: decoración, promoción, vallas, publicidad, alimentos, transporte y todos los elementos.

El comité logró recibir el apoyo de la Cervecería Nacional Dominicana y de la presidencia de la República, tanto para la música, la tarima, como para los cantantes que se presentaron.

No puedo negar mi total asombro al constatar que los comerciantes de Cabral no aportaron recursos para las festividades, solo los negocios de Demi y Caamaño pasaron la cena al operador de la música del parque, ningún otro, ni de los alrededores del parque ni de los barrios, por lo menos al suscrito informado, aportaron mínimos recursos. Estos tampoco patrocinaron a comparsas ni a ningún grupo y ni siquiera se preocuparon por alguna decoraron en sus frentes ni en ningún otro lugar.

A la falta de apoyo dado por los comerciantes de Cabral, pude observar que tampoco los profesionales y comerciantes cabraleños de la diáspora se identificaron con el carnaval, no obstante los esfuerzos y las puertas tocadas por los gestores. Ningún funcionario público, oficina de abogados, profesores locales, profesores universitarios, empleados públicos y privados, comerciantes ni nadie en lo absoluto se identificó con la cultura de Cabral.

Mientras plasmaba las memorias para esta radiografía, pude observar en las redes sociales de Cabral los tantos epítetos formulados contra el carnaval. Algunos de ellos con propuestas de comités permanentes, patronatos y hasta fideicomisos. Varios emiten juicios de constituirlos de forma independiente, algunos con cronogramas definidos. Todos hacían llamados a los cabraleños a integrarse y no fueron pocos los que se ofrecieron a hacerlo… en las redes sociales. Fue una vorágine abrumadora, que llevaba al horror. No puedo negar mi asombro cuando varios de los que formulaban las opiniones, eran los que pude observar o contribuían a desorden entre la multitud.

Pregunté al alcalde, mientras culminábamos los pormenores del desfile final de Las Cachúas, si al momento de formarse el comité en Cabral no hizo un llamado colectivo y su respuesta fue la apatía de la gente, aparentemente de esos mismos que llaman a formar un comité permanente, los que hacen vida social y política en el pueblo.

Mi reflexión me llevó a concluir que, si bien concuerdo con la idea de un comité permanente, consideraciones emitidas por la comité de la Asociación de Estudiantes Universitarios en 1995, lo que realmente necesita el carnaval de Cabral es un empoderamiento de la sociedad y recursos, dinero proveniente de la alcaldía, pero también de los comerciantes, de los funcionarios y todo aquel que pueda aportar, no solo algunos emolumentos al comité, sino a las comparsas de sus barrios, de sus espacios.

Entiendo que se amerita una orientación a los comparseros. La posibilidad de que puedan innovar en su creatividad, un reenfoque de su contenido propio de un carnaval, sin perder la esencia de lo que somos.

En realidad, no necesitamos genios, no necesitamos personas que pretendan descubrir la fórmula para la eterna juventud del carnaval. Si bien todos tenemos derecho a hacerlo y debemos hacerlo, no necesitamos gente que se dediquen solamente a la ligereza de plasmar su visión en un comentario de una publicación de Facebook o Instagram. Lo que necesitamos es que ellos se integren más allá de esa publicación. Un accionar colectivo bajo un objetivo común. Que toquemos las verdaderas fibras sociales y llevar a la práctica lo que pensamos, apegados a los que tienen que hacerlo.


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