Abinader y el desafío de convertir a Barahona en modelo de desarrollo turístico.

Por: Xavier Carrasco.


La reciente visita del presidente Luis Abinader a la provincia Barahona, destinada a supervisar y respaldar importantes proyectos de inversión turística privada, destaca el compromiso de su gobierno con el desarrollo integral de las regiones del país, sobre todo, hacia aquellas en donde la inversión del Estado no ha sido una realidad.

En su recorrido por nuestro territorio, el presidente resaltó la importancia de fortalecer la infraestructura turística de la provincia, no solo como motor económico, sino, también, como una herramienta para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

Entre los proyectos de inversión privada visitados por el presidente se destacan: construcción de hoteles, restaurantes, villas de veraneo y complejos habitacionales turísticos, todos integrados con unas iniciativas desde una perspectivas ecológicas a los fines de garantizar el respeto al medio ambiente, así como a los recursos naturales en su conjunto.

El respaldo presidencial a estas inversiones demuestra una visión estratégica para integrar a Barahona en el circuito turístico nacional e internacional, una aspiración de décadas de quienes vivimos en el Suroeste de la República Dominicana, pero no ha logrado cristalizarse, pero ahora, por el compromiso y respaldo del presidente Abinader es «clavo pasao».

Además, afirmó que el desarrollo turístico debe ir acompañado de mejoras sociales, como capacitación de su población en servicios turísticos e inclusión de pequeños y medianos empresarios locales en la cadena de valor el sector.

Esto garantiza una distribución equitativa de los beneficios del turismo para una mejor manera de contribuir a reducir la desigualdad existente e la Región Enriquillo.

Barahona, conocida como “La Perla del Sur” de la República Dominicana, es un destino que en términos turísticos ha sido privilegiado por Dios, dada su belleza natural, así como a su rica biodiversidad.

Contamos con playas vírgenes, montañas majestuosas, ríos cristalinos, aguas azufradas, somos la única región con el lago más grandes de las Antillas, la zona en donde tenemos la piedra de Larimar, así como un patrimonio cultural inigualable.

Es decir, somos una provincia con un potencial turístico extraordinario hasta ahora escasamente explotado, pero transformar nuestra riqueza natural que poseemos en un desarrollo sostenible para quienes tenemos la dicha de habitarla, se hace imprescindible fomentar la inversión del sector privado en proyectos turísticos y contar, como ahora, con el respaldo de quienes están al frente de la dirección del Estado.

El turismo, bien gestionado, es un motor de crecimiento económico que puede dinamizar comunidades enteras. La inversión privada tiene el poder de convertir a Barahona en un destino turístico competitivo, promoviendo la generación de empleos, el desarrollo de infraestructura, y la mejora en la calidad de vida de sus habitantes.

Cuando el sector privado invierte en turismo, crea empleos directos e indirectos en una variedad de sectores: desde la construcción y operación de hoteles hasta la artesanía y la gastronomía. Barahona, con sus altas tasas de pobreza y desempleo, necesita este tipo de dinamismo económico para ofrecer nuevas oportunidades a sus jóvenes y poblaciones vulnerables.

Además, un aumento en la actividad turística eleva los ingresos de pequeños negocios locales, como guías turísticos, vendedores de productos artesanales y agricultores que abastecen a restaurantes y hoteles, lo cual supondría una base importante de dinámica económica desde una perspectiva local.

Desde el inicio de su gestión, Luis Abinader ha enfatizado la importancia del turismo como pilar de la economía dominicana. Ha liderado positivas iniciativas para recuperar el sector tras la pandemia, promoviendo incentivos fiscales y mejorando la conectividad aérea, una de esa visión ha sido la firma con los Estados Unidos del acuerdo de «Cielos Abiertos», la cual viene a mejorar la competitividad del sector aéreo de la República Dominicana.

Este enfoque ha beneficiado principalmente a destinos consolidados como Punta Cana, Samaná y La Romana, pero Barahona sigue esperando esta política llegue con la misma fuerza a su región como a las antes señaladas.

El sector privado juega un papel esencial en la transformación turística de Barahona, pues las empresas tienen los recursos y la experiencia, los cuales resultan necesarios para desarrollar proyectos de calidad que pongan a la provincia en el mapa nacional e internacional de la industria sin chimenea.

Pero para atraer estas inversiones, el gobierno debe garantizar un entorno favorable: infraestructura adecuada, seguridad jurídica y estímulos económicos que hagan de Barahona un destino atractivo para los inversionistas.

Los incentivos ofrecidos por el gobierno, como exenciones fiscales y simplificación de trámites, deben dirigirse también a esta provincia, asegurando que los proyectos turísticos se alineen con principios de sostenibilidad y beneficio comunitario.

Aunque el gobierno ha logrado avances en la conectividad vial, Barahona todavía enfrenta grandes desafíos en infraestructura turística, por lo que mejorar esta infraestructura no solo impulsaría el desarrollo del turismo, sino que, también, beneficiaría a las comunidades locales, al aumentar su acceso a servicios esenciales y mejorar su calidad de vida.

El gobierno de Luis Abinader tiene en sus manos la oportunidad de cambiar el destino de Barahona. Para lograrlo, debe priorizar la región en sus políticas de fomento al turismo, crear alianzas estratégicas con el sector privado y garantizar que la inversión llegue de manera equitativa y sostenible.

Barahona no solo puede convertirse en un destino turístico de clase mundial, sino, también, en un modelo de desarrollo inclusivo para todo el país.

*Autor: abogado, comentarista de programa de radio y político

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